agosto 04, 2011

Con Papito Miguel Bosè celebrò 30 años en la mùsica




Con su CD 'Papito', Miguel Bosé festeja 30 años en los que se ha vuelto el número uno del pop

Hace varios años, las revistas inglesas de música hicieron una encuesta entre los principales roqueros de Inglaterra y Estados Unidos para saber cuál era el artista más influyente de la historia.



El primer lugar se lo llevó David Bowie, por encima de los Beatles, U2 y los Rollings Stones. Esa encuesta no se ha hecho para el pop en español. Pero pueden apostar a que si se hiciera, Miguel Bosé ocuparía el primer lugar. 'Papito', su nuevo disco, en el que realiza dúos con artistas como Michael Stipe (cantante de R.E.M.), Juanes, Julieta Venegas, Paulina Rubio, Laura Pausini, Shakira y Ricky Martin, es la primera parte de ese sondeo inexistente. Los involucrados en el disco señalan a Bosé como su gurú musical. La excepción podría ser Stipe, que es contemporáneo del español y pertenece al mundo del rock anglosajón, pero el hombre de Loosing My Religion, manifiesta su devoción por un disco como Bajo el signo de Caín. Cuando muchos de sus contemporáneos recurren a las viejas baladas para revivir su carrera, Bosé navega con su propio material. Se da el lujo de prescindir de buena parte las canciones de sus primeros años, las que le dieron popularidad, pero no eran de su autoría. En este disco, con excepción de Te amaré, el repertorio pertenece a la etapa post Bandido, un álbum que para el pop hispano es como el Pet Sounds, de los Beach Boys o el Sgt. Pepper's, de los Beatles al rock mundial. Desde España, Bosé habló con EL TIEMPO sobre Papito, y sus tres décadas de carrera. ¿Cómo fue el trabajo de reunir este grupo de artistas? Fue complicado porque primero había que ver cuáles de los artistas que queríamos tenían permiso de sus disqueras. Varias nos lo negaron a priori. Tuvimos que trabajar con lo que teníamos. El segundo paso era ver qué canción quería cada invitado, pero, afortunadamente, todos tenían claro cuál. ¿Cómo se hizo la grabación? Papito no está configurado con una base comercial, ni se trata de decir: "Voy a invitar a todos aquellos con los que siempre soñé cantar". Simplemente dije: es mi cumpleaños (30 de carrera) y voy a celebrarlo con mis amigos. Utilicé cuatro productores y dividí el trabajo de los arreglos entre ellos, para que fluyera rápido. Si hubiera elegido uno solo, la labor sería interminable. Lo más difícil fue cuadrar las fechas de grabación. Muchos estaban de gira o grabando en el estudio o de promoción o retirados descansando o componiendo. ¿Todos lo reconocen como un 'padre musical'? Es la ley de la vida, si pasas tanto tiempo en esta carrera. Cuando empecé también tenía referencias. Estos artistas crecieron con mi música. Con el tiempo surgió una amistad. Eso se nota, hay mucha devoción, cariño y respeto de ellos. ¿Cómo fue la participación de Michael Stipe? Era bueno tener un representante de la orilla sajona de la música. Mi mejor amigo de ese lado es Michael Stipe. Nos conocimos cuando hice Séptimo de Caballería (un programa de televisión). Desde entonces, estamos en contacto. Cuando le conté del proyecto dijo que sí, por la amistad y también porque nunca había cantando en español y le encantaba Bajo el signo de Caín. ¿Cómo pasó de la balada a la vanguardia? En los primeros años no componía. Tampoco se me ocurrió que era posible, pero supongo que algo se estaba gestando. A fuerza de hacer música empiezas a querer componer la tuya, a fabricarla aunque sea en lo más profundo de tu subconsciente. De pronto, empecé a crear melodías a retazos y empezó a surgir un material que fui poniendo en pie con unos amigos. Le envié el trabajo a Roberto Colombo, un amigo que estaba en un grupo italiano, Premiata Forneria Marconi. Dijo que le apasionaba y aceptó ser el productor. Hicimos el disco en gran clandestinidad. A partir de Bandido empieza la autoría de las cosas. ¿Tuvo problemas para editar? No fue fácil. Al sacar Bandido la casa discografica esperaba un disco como los que había hecho durante 10 años. Me obligaron a firmar la carta de libertad y me pusieron en la calle. Me quedé sin casa discográfica (salió de CBS, hoy Sony-BMG). Tenía que arreglármelas solo. Pero llegó el apoyo de México, que era un gran mercado. La radio de ese país apostó por mi música. De repente se desató todo y tuvieron que fabricar el disco. Llegó el éxito y me quisieron contratar de nuevo, pero ya no era tiempo, firmé con Warner y estoy con ellos. Fue un golpe que no aceptaron. ¿Su infancia al lado de artistas como Pablo Picasso ayudó en su carrera artística? Es algo que cuando lo viví no lo sabía y cuando lo descubrí ya había pasado. Cuando eres niño, por mucho que te digan quién es Picasso, Hemingway, Orson Welles o Jean Cocteau, al final, solo te acuerdas de si jugaban contigo o no. La verdad, los conocí a través de su legado. Es la vía a la que todos tienen acceso. Tengo recuerdos familiares y caseros que son un privilegio, un tesoro, pero de ninguna manera influenciaron en lo que estoy haciendo. Creo que existen cosas más importantes. Una es el ADN y otras los intereses que vas desarrollando a lo largo de tu vida. Se le vio emocionado con la medalla de 'Colombia es pasión'... Mis vínculos con Colombia son, en parte, heredados por mi padre -el torero Luis Miguel Dominguín-. Él pasó su infancia y adolescencia en Medellín. Toda la familia se fue para allá. Tengo muchos amigos en Bogotá, Barranquilla, Cali y, sobre todo, en Medellín. Es uno de los líderes de la Fundación Alas. ¿Por qué? Es un deber, especialmente por los privilegios que tenemos. Hay que ser más activos y conscientes que nunca. Las clases políticas se separan cada vez más de nuestro entorno cotidiano, de un tipo de equilibrio del planeta, social y humano, cuando tendrían que ser garantes en nuestro nombre de todas esas cosas. Lo que para todos es primordial, para ellos está en un cuarto, quinto y vigésimo plano. Estamos uniéndonos más que nunca, para paliar de alguna manera lo que los políticos no hacen. El papá grande del pop en español Los ídolos adolescentes son, en su mayoría, producto de diseño de la industria musical. Niños o niñas bonitas, a los que les consiguen canciones pegajosas, se les dice cómo vestir y qué decir. En 1977 Miguel Bosé era eso. Un muchacho guapo, de la aristocracia del 'jet set' que cantaba temas de José Luis Perales o Camilo Sesto. Eran los tiempos de 'Linda' o 'Don diablo'. Pero Bosé, devoto del 'underground' y de la movida española, halló un mundo más allá de los amelcochados ritmos que cantaba y comenzó a jugar con los sintetizadores. Así hizo 'Bandido' y todos los discos que vinieron después, incluso, su quizás punto máximo: el atmosférico y elegante 'Bajo el signo de Caín'. Rompió con los fabricantes de éxitos y prestó su fama a líderes del rock en español de los años 80, como Mikel Erentxun, de Duncan Dhu y Rafa Sánchez, de La Unión. Como un principito valiente enfrentó a los dragones de la industria musical y ganó. Hoy es el Papá grande del pop en español. Los amigos de Bosé celebran con sus voces Morenamía Julieta Venegas Si tú no vuelves Shakira Bambú Ricky Martin Amante bandido Olvido Gara (Alaska y Dinarama) Lo que hay es lo que ves Michael Stipe Nada particular Juanes Sevilla Amaia Montero (La Oreja de Van Gogh) Nena Paulina Rubio Te amaré Laura Pausini Los chicos no lloran David Summers Como un lobo Bimba Olvídame tú Ivette Sangalo Este mundo va Leonor Watling No encuentro un momento pa' olvidar Sasha Sokol Hay días Alejandro Sanz

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