
Un rugido descomunal del público y el merengue endemoniado de la puertorriqueña Olga Tañón abrieron ayer el histórico concierto Paz sin Fronteras en la plaza de la Revolución de La Habana. Eran las dos de la tarde (ocho de la tarde en la Península), y atrás quedaban meses de tensiones y desgastadoras batallas extramusicales.
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