mayo 30, 2011

Miguel Bosè entrevistado en el lanzamiento de "POR VOS MUERO"


«No provoco ningún escándalo ni aunque lo busque»


DISCRETO. Miguel Bosé celebra haber recuperado una vida en la que «lo privado resulta muy privado y lo profesional, muy público".

Recién completado el «agotador» tramo latinoamericano de Sereno, álbum confesional y sincero en el que firmó sus primeras canciones nuevas en cinco años, Miguel Bosé se enclaustró en La Cuadra. Allí, en el funcional estudio de grabación que tiene montado en el antiguo establo de su hermosa casa de Somosaguas, registró la pasada primavera Por vos muero, un disco con nombre de soneto de Garcilaso que ha cocinado con la ayuda de un elenco de músicos, arreglistas y autores tan cómplices como poco conocidos por el gran público.
«Lo que hay que hacer es romper, no se puede ser purista», dice el artista al presentar su nuevo trabajo, ‘Por vos muero’, que hoy sale a la venta

Refugiado en su ambito doméstico, alejado del ojo público y del periodismo «carroñero», el hijo de la ex musa del neorrealismo Lucía Bosé y el icono taurino Luis Miguel Dominguín se confiesa más centrado en la música que nunca. Pero ello no le impide hablar, posicionarse y alegrarse del cambio político que deparó el 14-M, «porque yo nunca he tenido ningun problema en decir lo que pienso».

– Ha querido hacer un disco cinematográfico y la banda sonora le ha quedado bastante épica.
– Tenía clara esa idea desde el principio porque, como dice Iñárritu (Alejandro González, cineasta mexicano), la música en el cine resucita hasta lo más íntimo. Tiene esa cualidad de despertar las emociones y los sentidos. He buscado un sonido de cine para subrayar cada uno de los temas de este disco, que son como pequeños guiones con secuencias.

– ¿Se ve como el fruto de dos personalidades opuestas?
– Sí, del encuentro de dos mundos fuertes y radicalmente contrarios. En mi casa congeniaban gentes de distintas clases sociales e intelectualidades enfrentadas, pero coincidentes en su gran calidad humana. Creo que todo aquello me ha hecho una persona más abierta y demócrata. Mi padre era de derechas y mi madre, de una familia campesina que se traslada a Milán y allí su belleza y su clase enamoran a Rosellini y Visconti, Picasso y la intelectualidad de la época... Así que yo veía a la derecha y a las elites intelectuales sentadas en la misma mesa. Ten en cuenta que mi tío Domingo era comunista.

La mirada tierna

– En su nuevo disco hay dos canciones tituladas ‘Amiga’, una de ellas es su conocido éxito adolescente. ¿Se reconoce en sus viejos temas?
– Hay cosas a las que ahora miro con una enorme ternura porque ya no sé hacerlas; cuando me veo con esas faldas o esas mallas que fueron un furor, y que tenían sentido, porque yo era estudiante de baile… O cuando me veo con aquella estética samurai, que ahora ha vuelto y que, es curioso, porque yo llevaba la prenda de los arrozales de la Albufera, que es una zona con muchas herencias orientales, las naranjas, el arroz, los fuegos artificiales... La hice con 17 años y la he recuperado, porque por las grandes canciones no pasa el tiempo. Me parecía como volver a dialogar de lo mismo treinta años después.

– En el otro tema titulado ‘Amiga’ canta en femenino. En ‘Sereno’ también había algunas canciones sexualmente abstractas. ¿Sigue jugando con la ambigüedad?
– Es una canción muy poderosa y hermosa de Ana Quintana; la hemos hecho como un bolero-tango de Almodóvar. Habla de una mujer presa que le pide a una amiga que sea la madre de su hija recién nacida. Pedir que se plagie tu maternidad debe de ser algo devastador. Lo de la ambigüedad la gente lo ve como un juego inteligente, pero es sólo algo que siempre ha estado ahí. Es un rasgo que se detectó y que funcionaba en aquel contexto. Me hicieron ambiguo cuando comencé a ser deseado por hombres y mujeres. Pero nunca lo he buscado. Me hablaban de la provocación y yo no sabía a qué se referían, porque eran cosas que hacía con naturalidad y que luego tenían mucha trascendencia en mi vida pública.

– A propósito de su vida pública, sorprende que en los tiempos que corren no le acosen esos programas rosas en los que todo vale; especialmente, teniendo en cuenta que de usted llegó a decirse de todo.
– Sí, pero fue ya hace unos diez años. Se lanzaron sin pudor todo tipo de falacias sobre mi salud, mi sexualidad… Cosas disparatadas.

– Llegó incluso a tener que aclarar que no estaba contagiado de sida en aquel programa de Mercedes Milá
– Sí, pero, por suerte, parece que ya no intereso o no vendo. A lo mejor es porque, cuando se vieron los bulos, la gente como que dijo: «Ya no nos creemos nada de lo que digan de éste». Sucedió porque yo tenía una vida en la que lo privado era muy privado y lo profesional, muy público. Es la situación que he vuelto a recuperar, por suerte. Estamos en un momento en que se intenta meter el hurón en la madriguera a ver si sale la liebre. Es un juego en el que yo nunca he entrado ni entraré, porque, aparte de absurdo, mi vida cotidiana es tremendamente aburrida. No provoco ningún tipo de escándalo ni aunque lo busque. Mi vida privada es un 5% de mi vida, que tampoco tiene por qué interesarle a nadie. Además, si la gente sabe leer entre líneas, verá que todo está contado en mis canciones.

– ¿Volvería a la televisión en este momento?
– Es que, aunque haya picado en muchos platos, yo no pertenezco a la televisión; me metí porque estaba cerca de la música. Sólo presentaría uno de esos concursos de realidad virtual si supiera la fórmula para llevarme el botín. No es mi mundo, pero sufrí un pressing terrible para que hiciera 7º de Caballería, porque todo el mundo quería un programa así. Querían que yo garantizara la calidad y, sin darme cuenta, volví a meterme en un huracán mediático.

– ¿Cómo ve a su generación recién cumplidos los 48?
– Aunque no soy propenso a los autoanálisis y suelo dejarme llevar, siento que la música me ha ayudado a madurar y aceptarme.

Beethoven hubiera usado guitarras eléctricas

– Entre una mayoría de autores poco conocidos se ha colado Alejandro Sanz.
– Sí, Alejandro es como de la familia y mantengo siempre con él una gran complicidad. El ilusionista es un tema que me mostró hace tiempo y que me gustó mucho. La reencontré en mi archivo de cintas y demos y le pregunté si podía transformarla con el aire de banda sonora que quería para este disco. Me dijo que hiciera con ella lo que quisiera y, al final, ha acabado teniendo un toque un poco trágico.

– No es habitual ver a un músico pop flirteando con la ópera, la música clásica, el teatro musical…
– Es que me interesa todo, escucho de todo, aunque ese interés voraz puede constituir un problema, porque llego a estimularme con cosas que no tienen nada que ver con lo que hago. Sin embargo, es también algo muy sano; te hace muy libre y, con el tiempo, aprendes a diferenciar entre lo que eres y algo que puedas estar llevando a cabo.

– ¿Presuntuoso?
– No me importa. Detesto el esnobismo exclusivo de quienes dicen que sólo el rock o el jazz es música, porque música es todo. Beethoven no pudo conocer las guitarras eléctricas; si no, las hubiera utilizado en lugar de las trompetas y los metales. No se puede ser purista, como intentaron los flamencos. Lo que hay que hacer es romper; un padre siempre quiere que su hijo transgreda a partir de sus reglas.
PERSONAL

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